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BUENOS AIRES. DE ALEGRÍA, AVENTURA Y MÚSICA LIGERA.

9:10 Luna 0 Comments Category :

Caminando, retrocediendo, moviéndome en el tiempo, cada calle es una historia, es una fecha y una memoria. En la 9 de Julio brillaba el sol de Noviembre, caían las flores moradas de una primavera jamás vivida, mi primera primavera. Cada esquina un puesto de revistas, libros y cositas de esas que sacan para que el bolsillo arda y la plata salga. Justo ahora me hace pensar en la posibilidad de viajar sin nada para ver si me preocupo menos por los “souvenirs” y más por las memorias en mi cabeza. Porque toca comenzar a escribir antes de que la memoria selectiva haga su trabajo.

La Buenos Aires que describo tal vez no sea la misma que se aprecia en el mapa, la que tiene presidente mujer, la del acento curioso, la del vino. Ni siquiera la de Maradona –with all the respect- sino la de los libros en cada esquina, la de la luna que no se esconde, la que tiene vida hasta bajo el suelo, la de la chica bonita Agustina, la del guitarrista del subterráneo. Esa es la que describo, la que recuerdo y espero retener en mi memoria.

Comenzamos con retrasos, Buenos Aires se nos volvía arisca, y las ansias nos tenían al borde de las sillas. Abordamos, nos acomodamos y mucho tiempo después de lo programado comenzó el viaje. Las nubes y el cielo cumplieron su cometido porque el sueño no se hizo esperar. Al llegar nos recibió un Ezeiza un poco vacío, era medianoche cuando salimos del aeropuerto.

Tarde de primavera en Buenos Aires.
Al día siguiente mapa y cámara en mano, ropa fresca y expectativa salimos a la ciudad, encontramos la 9 de julio y las flores pequeñas moradas cubrían el rededor de unos árboles. Cruzamos la avenida, carriles más numerosos que en casa, te daban ganas  de pasar corriendo y no caminando sobre las cebras amplias y demarcadas que me recordaron la imagen de aquella banda conocida británica que una vez atravesó otra calle y lo dejó en foto (me quedé con las ganas de la foto). Iniciamos el día muy temprano, pero me quedé sin tiempo en Lavalle, tanto que ver… comprar.  Caminamos de un extremo a otro admirándolo todo, sintiendo como nuestras fuerzas menguaban ante tantas estructuras para ver . Al llegar a la casa rosada tuvimos un pequeño quiebre, nos quedamos ahí. Simplemente ahí pensando cuál era el siguiente paso, porque aunque el cansancio era mucho el volver no era una opción y cuando volvimos al aeropuerto fue en parte un deber.

Observando frente a la casa rosada me maravillé de la libertad con la que se mueve la gente, con la que viven su identidad, la soltura de sus movimientos y en algunos casos expresiones. Me gustó, la admiro y la quisiera ver más a menudo.

En La Boca
El momento de impacto de este viaje se dividió en dos, y llegó en la forma de unos históricos lugares de encuentro de personas distintas pero que se unen por una pasión, un lugar donde no somos dignos de pisar el pasto y los gritos eufóricos se quedan resonando: La Bombonera y El Monumental de Núñez. Es aún mejor de lo que podría imaginar, da
escalofríos, te eriza la piel y te dan ganas de gritar y saltar en la gradería. Estaba en Argentina. Estuve en Argentina.

De pronto se me hace de noche, se hizo tarde, pero Buenos Aires seguía despierta  y había algo en la brisa que decía susurrando “come and play”… y lo hicimos. Aceptamos la invitación de la ciudad, en Palermo, Recoleta, Puerto Madero en… Cada noche un lugar, un sitio distinto que ayudara a satisfacer esa necesidad de mundo que la  ciudad te contagiaba. Inigualable.

Siete días, siete días de Buenos Aires sin parar. Explorando desde su suelo hasta lo que hay debajo, porque se vive a tiempo completo. No pude resistirme y sucumbí al deseo de salir sin acompañantes y andar un poco, con un destino claro pero con ciertas ansias de exploración,  me permití soltarme a mi manera,  verla como yo quería y guardarla para mí.

Tanto más que podría decir, pero para concluir: amé la ciudad con todo lo que vi, lo bueno, lo malo, lo  incómodo, lo…¿raro? Sus días, sus noches intensas y esa pasión por el fútbol que comparto, por las ansias de más que transmite. Quedé con la sensación de haber visto una gota en un manantial y con la seguridad de quedar en deuda con Argentina, deuda que espero saldar con mi regreso algún día. "Caminito amigo, yo también me voy"
qué ves, qué ves cuando me ves
cuando la mentira es la verdad

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