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Comentario: El Olvido Que Seremos de Héctor Abad Faciolince

8:41 Luna 0 Comments Category :

Este libro cuenta la historia de un gran personaje, no un personaje producto de la imaginación del escritor, sino de una persona construida por la memoria, la memoria de un hijo que a través de lo que mejor sabe hacer quiere mantener a su padre en el presente y dejar testimonio de “el amor gratuito de un padre por su hijo, ese amor inmerecido que es el que nos ayuda, cuando hemos tenido la suerte de recibirlo, a soportar las peores cosas de la vida y la vida misma”.

Héctor Abad Faciolince es uno de los seis hijos del que fuera el Doctor Héctor Abad Gómez, una de las cada vez más pocas personas –si se me permite decirlo- que se tomó la tarea de escribir historia, de hacerla distinta. En el año 1987 fue víctima  de la peor enfermedad padecida por el hombre; la violencia.

El libro es un recorrido emocional por las etapas de la vida de un hombre, desde su infancia hasta su enfrentamiento con el mundo, de la mano de la figura paterna siempre presente que marcó su vida de una forma profunda, como solo lo pueden hacer las personas a las que profesamos un sentimiento que colinda con la devoción.  Son 274 páginas de alegrías, de risas, tradiciones pero también de tristeza, dolor y rabia ante el desenlace de la historia de una persona a la que se aprende a querer, a admirar;  pero ante todo ante el desenlace de muchas etapas de nuestra historia y cuando digo nuestra me refiero a la de todos, a la de Colombia. Fueron esas alegrías y la personalidad del protagonista, las que me hicieron cancelar en mi memoria la imagen de Franz Kafka y de su Carta al Padre que mi cerebro –creyéndose muy listo- quería traer al pasar las páginas.

Dice Héctor Abad Faciolince en el libro que “una de las cosas más duras que tenemos que hacer cuando alguien se nos muere, o cuando nos lo matan, es vaciar y revisar sus cajones” probablemente nunca hemos conocido el dolor de la muerte cercana, pero es inevitable sentir el corazón comprimirse un poco ante las palabras de este hijo que vio a su padre caer por dejar de ser animal, por distinguirse de los demás animales, por justificar su paso por la tierra, por “ambicionar metas superiores al solo goce de la vida” en sus propias palabras. A lo largo del libro vaciamos y revisamos los cajones no solo del protagonista, sino también del escritor…Y el nuestro, no sólo se vacían los cajones de los que ya se fueron si no los cajones del pensamiento y las emociones que reprimimos entre el pecho y la espalda –o en la cabeza- porque “todos tenemos en nuestras vidas algunas zonas de sombras… que como forman parte de nuestra intimidad más intima no queremos compartirlas con nadie”  para reconciliarnos con el pasado, con quienes somos, con los demás.

Quienes lo lean se sorprenderán ante la numerosidad de datos: nombres y fechas que son revelados, incluso una que otra curiosidad histórica que causará gracia. El olvido que seremos  es un libro que me recuerda a Sócrates, genera preguntas, cuestionamientos y es capaz de revivir la consciencia histórica que parece adormecerse por la indiferencia con la que muchos queremos protegernos de la realidad, para terminar como antes, agobiados por los conflictos, ahogados de consecuencias duras. O acaso sucede que la indiferencia constituye un calmante, una pastilla para el dolor, para hacerlo llevadero y no pese darnos cuenta de que no aprendemos de nuestros errores.

El nombre del libro hace referencia al inicio de un soneto de Borges “Epitafio”, que el protagonista había escrito  y llevaba en el bolsillo.
“ya somos el olvido que seremos”

Al terminar el libro me quedaron grabadas varias cosas, muchas de ellas tal vez pasen a formar parte de mis sombras intimas, pero otras son dignas de ser compartidas, porque al llegar a la página 274 ya existe la obligación personal de vivir, amar la vida, distinguirse de los demás animales y postergar el olvido que seremos por un instante más.

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