MÉXICO: CON SAL Y LIMÓN
Tuve la oportunidad de estar en
este icónico país, digo icónico porque grandes personalidades han nacido en
este país, es la casa de artistas de talla mundial, algunos que admiro otros
que solo son un nombre en mi cabeza.
D.F. En la noche, vista desde piso superior de un edificio. |
Visité Ciudad de México, la
ciudad de varios artistas con los que crecí, Cancún la del mar de cielo con
olas ariscas como serpientes, y la ciudad de los dioses Teotihuacán. Hago mi
mejor esfuerzo para volver al momento en que ese país fue mi presente porque
mis recuerdos se confunden con los más recientes y por eso la importancia de la
escritura
oportuna.
oportuna.
Pero hay algo que no se me
olvida, y es las ganas que tengo de volver, esas ganas hacen que mis recuerdos
se vayan volviendo más nítidos a medida que escribo.
Hay una peculiar libertad en el
andar de las personas de Ciudad de México, en la forma en que se toman de la mano,
la forma como andan solos, ensimismados caminando rápido, o lento. Una de mis
primeras lecciones fue que tomarse de la mano con una mujer en la zona rosa
puede elevar la imaginación de las personas más que las 30 o 50 sombras de
Grey, así que no holding hands en la zona rosa.
Una cultura con mucho color. D.F. |
Caminé con sol y con lluvia,
cometí la osadía de probar el chile, solo para confirmar que el picante se lo doy mejor
a la vida, no a la comida. Tuve la grata oportunidad de conocer a uno de los
directores más fantásticos –doble sentido- de la actualidad, un verdadero genio
y orgullo latinoamericano: Guillermo del Toro quien estaba en el estreno de su
más reciente película Pacific Rim (Titanes del Pacífico). Las circunstancias de
este encuentro son tan risibles como de película, involucran correr, un padre
con afán, una acosadora de famosos y su hija, una cámara desenfocada,
unos chavos de seguridad bien agradables y una factura de Office Depot.
Fue un momento épico, de verdad
lo admiro (y por si las dudas, es una persona muy agradable) y fue uno de los
momentos de impacto del viaje, pero ese era solo el comienzo, porque conforme
avanzaba en la aventura de conocer, me fui dando cuenta de lo rica que es la
ciudad, siempre hay algo por hacer, algo por ver, algo por…escribir, para
todos. Me quedé sin tiempo en la
librería, pero salí con una partecita de Milan Kundera en mis brazos de vuelta
a mi habitación, como si fuera una más, como si perteneciera… como si conociera
de toda la vida.
Vista superior de Teotihuacan desde Pirámide del Sol |
Pirámide del Sol. Teotihuacan |
Luego llegué a la ciudad de los
dioses, a la ciudad donde los hombres se vuelven dioses; definitivamente no me
volví una diosa –ni más faltaba- pero sí una fascinada más con la historia de
ese lugar, pude ver la ciudad desde la perspectiva de las personas a las que
respetaban y veneraban. En ninguna otra parte pude haber caminado por la
calzada de los muertos, pude llegar más cerca del sol, estuve en la plaza y
cerca de la pirámide de mi amiga la Luna.
Y llegué a Cancún, en medio de
lluvia llegué al mar de nuevo. Al mar de olas picantes como el chile, al mar
que se tragaba al sol en las noches. Estuve en Chichen Itzá y aunque la luna
siempre ha sido mi preferida, era fascinante lo que el sol podía hacer con las
ruinas, cómo la maravilla se revelaba justo frente a nuestros ojos por unos
instantes.
Cenote. Península de Yucatán. |
Cancún no fue solo mi "isla" de la libertad, fue la de miles de jóvenes de espíritu y de edad que de todas partes del mundo llegaron en busca de... algo para recordar. El sol inclemente te agota, pero las ganas siempre están, ganas de caminar con soltura, con ropa fresca, sandalias de playa, sentarte en un muelle y disfrutar un helado mientras contemplas las posibilidades frente a ti.
Y así es la vida…hice amigos,
unos amigos únicos, que me enseñaron a disfrutar la noche brincando sobre
colchones al abrigo de la noche, con las luces de los fuegos artificiales, al
ritmo de una canción que ya no recuerdo, con la brisa del mar en nuestros
rostros. La fiesta fue el lenguaje que nos unió a todos, europeos, asiáticos,
africanos… y como dice la canción, por un
momento el infinito se volvió mi espacio, deseé prolongar el tiempo.
Pero llegó el me voy, el momento de decirle a México me despido de ti. Gracias por los momentos, por darme energía e inspiración.
Al volver no era la misma, “no sé
lo que me dieron, ni lo que me hicieron pero ya no soy normal” pero ¿quién
quiere serlo? Y ¿qué es ser normal? México te amé. Y para no quedarme con las
ganas
¡Viva México cabrones!
Amanece otra vez
y las horas se hacen tibias
se desangran las sombras perfumadas
y las horas se hacen tibias
se desangran las sombras perfumadas
En los siguientes videos un experto ;) explica cómo se bebe tequila, a continuación una indígena Maya vende sus productos en su idioma nativo.
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