Hace mucho que no escribo nada por este medio, ni por ningún otro en realidad, ya hasta olvidé cómo manejar esto. Probablemente ya perdí a quienes seguían mi blog, hice un esfuerzo bastante sobre humano por alejarlos,               -felicitaciones a mí- , por eso la razón de mi título.

Quería contar que perdí mis escritos, varios de ellos. Las circunstancias me sobrepasan, no quiero pensar en ellas y admito que intento reprimirlas, sin mucho éxito. El punto es, que ya no están, y no volverán… y eso es lo que me entristece más de lo que las palabras probablemente puedan expresar, lo cual es curioso porque hasta hace ¿5 minutos? Pensaba que las palabras podían expresarlo todo.

Lo que quiero compartir es que estaba teniendo uno de esos momentos en los que nada más que lo que sientes parece importante, y como siempre, el  todo en ocasiones se concentra en aquello que más te duele, todo lo demás se aísla para dejarte solo con la tristeza, la pérdida. Luego pasé de canal en el televisor y me encontré con algunos nombres, aparentemente al azar: Madeleine, Noah, Emilie, Ana, Dylan, James, Jack, Grace… con edades no superiores a los 7 años; todos con sonrisas en sus rostros.

No eran nombres al azar, eran las víctimas de la masacre en Conneticut. Hijos, hijas y hermanos modelo en muchos casos. Niños con sueños, únicos, niños increíbles de verdad. Quedé impresionada con lo que algunos habían logrado a tan poca edad. Mi situación actual pasó a un segundo plano, me puse en el lugar de los padres de aquellos niños y vi que hay cosas mucho peores ocurriendo en el mundo.

No me malinterpreten, aún me entristece haber perdido lo que tanto esfuerzo me costó, mucho en realidad, pero de repente por ese instante no fue tan grande, no como el hecho de que esos niños no van a lograr ser campeones de bicicrós, o en equitación, ni veterinarios… No van a poder cambiar el mundo, no van a tener otra oportunidad.

El saber eso, por un momento me dio una perspectiva, y quiero escribirla para cuando vuelva a caer me lo recuerde. Porque sé que lo que había hecho ya no va a volver a ser, sé que las historias, las palabras y los sentimientos que expresé se perdieron, tal vez para siempre, pero me debo el volver a intentarlo; así ahora no me sienta capaz de ello.

Creo en los ángeles y creo que esos niños lo son, en cualquier caso ya hicieron algo invaluable por mí. Así que para Noah, Emilie, Ana, Dylan, James, Jack, Grace, Madeleine, Jack, Charlotte, Daniel, Olivia, Josephine, Chase, Jesse, Caroline, Jessica, Avielle, Benjamin y Allison; un gran gracias, y que su luz siga brillando en nuestra oscuridad.